Cien años de exigir educación artística para las mujeres

Cien años de exigir educación artística para las mujeres

Fue uno de los principios de la lucha feminista

Del 13 al 16 de enero se cumplieron 103 años de la celebración del I Congreso Feminista de Yucatán.

El hecho ha sido debidamente conmemorado desde su centenario en 2016 y anualmente se le recuerda con una sesión solemne de Cabildo en el Ayuntamiento meridano, entre otras actividades.

Hace tres años, una acertada edición de lujo (del gobierno del Estado de Yucatán) reprodujo los anales del Congreso que hoy permiten releer los temas relevantes, asuntos tratados, propuestas y conclusiones de los cientos de mujeres que fueron convocadas.

Si bien estos contenidos son muy conocidos en el entorno académico, es frecuente que la mirada contemporánea sobre los méritos del I Congreso Feminista se centre más, por razones lógicas, en la búsqueda de la igualdad de derechos y sobre todo el de haber puesto la mira en la posibilidad para la mujer de votar y ser votada, derecho que tuvo que esperar décadas para alcanzarse.

Por ello es interesante recordar, en principio, que los temas discutidos en el Congreso fueron cuatro:

1. ¿Cuáles son los medios sociales que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones?

2. ¿Cuál es el papel que corresponde a la Escuela Primaria en la reivindicación femenina, ya que aquélla tiene por finalidad preparar para la vida?

3. ¿Cuáles son las artes y ocupaciones que debe fomentar y sostener el Estado, cuya tendencia sea preparar a la mujer para la vida intensa del progreso?

4. Y finalmente ¿cuáles son las funciones públicas que puede y debe desempeñar la mujer a fin de que no solamente sea elemento dirigido, sino también dirigente de la sociedad?

El tercero —“¿Cuáles son las artes y ocupaciones que debe fomentar y sostener el Estado, cuya tendencia sea preparar a la mujer para la vida intensa del progreso?”— parte precisamente de una formación artística que, proponían, le permitiera entre otras consecuencias desarrollarse personalmente, obtener ingresos propios, expresarse y emplear estos aprendizajes tanto en la vida doméstica como era entendida en ese tiempo como en el ejercicio profesional.

En el informe que entregó la junta directiva del I Congreso al término del mismo, la junta se refirió a esas “artes y ocupaciones” con las siguientes indicaciones:

I. Para fomentar la afición a la pintura, crear inmediatamente una Academia de Dibujo, Pintura, Escultura y Decorado; asimismo, establecer la clase de Música en las principales poblaciones del Estado.

II. Crear clases de declamación en el Conservatorio y Escuela Normal.

III. Clases de fotografía, platería, trabajos de fibra de henequén, imprenta, encuadernación, litografía, fotograbado, grabado en acero y en cobre, el arte de la florista y trabajos de cerámica en las Escuelas Vocacionales; que los emolumentos de que disfruten los profesores sean iguales; la creación de becas para las señoritas del interior del Estado que deseen cursar estas asignaturas y que todas estas clases sean también nocturnas.

IV. Creación del mayor número posible de Escuelas-Granjas Mixtas.

V. Fomentar por medio de conferencias y artículos de periódicos la afición al estudio de la Medicina y Farmacia en el bello sexo.

VI. Fomentar la afición a la literatura y a escribir libros de higiene, artes y cuanto redunde en pro del progreso de la mujer.

Y por supuesto, el dictamen de la comisión que acompañaba estas conclusiones, firmado por Otilia López, María L. Souza de P., Pilar Fontanilles de R., Francisca Ascanio, Flora Ojeda Rosado, Gregoria M. de Alonso y María Aguilar Esquivel, revelaba el interés del colectivo por la formación femenina en las artes y sus técnicas.

Por falta de espacio en esta columna no extendemos más el comentario, pero extraemos un par de los párrafos del dictamen, argumentos que sorprenden tanto por su vigencia hoy día como por lo mucho que aún ha costado a las mujeres, sobre todo en provincia, alcanzar la oportunidad de optar por la educación y en particular por la formación artística a lo todo largo del siglo XX.

“Entendemos que la mujer quedaría apta para la vida del progreso, por medio del trabajo que da salud y robustez […] Por medio de la adquisición de conocimientos artísticos que elevan el alma a puras y serenas regiones, constituyendo además un medio poderoso para ganar la subsistencia y bastarse por sí mismas”.

“El feminismo bien entendido, el sano feminismo, abre las puertas a todas las artes, a todas las ciencias, a muchas ocupaciones, pero no vayamos demasiado de prisa, meditemos, reflexionemos, veamos cuáles son nuestras aptitudes y entonces podremos dedicarnos a la ocupación en que podamos reportar mayor beneficio a la humanidad, porque la sepamos desempeñar bien”.— María Teresa Mézquita Méndez para “El Macay en la cultura”

Fuentes: Diario de Yucatán