La representación del universo en Rufino Tamayo

La representación del universo en Rufino Tamayo

A 27 años de su muerte, su obra aún es analizada

La expresión artística en México ha proliferado a lo largo de los años mostrando la diversidad del arte. Manifestación que se ubica en diferentes épocas y partes de la República en manos de artistas que descubren en esta tierra sus raíces. Si algo ha caracterizado al mexicano es tener una voz fuerte, una pluma firme y un pincel revelador.

El artista plástico Rufino Tamayo fue uno de los pintores mexicanos que plasmó en sus obras una mirada oaxaqueña reconocida en todo el mundo. Realizó pintura de caballete, litografías, murales y mixografías donde se perciben las raíces prehispánicas, la naturaleza muerta y los retratos de su esposa.

Uno de los temas que se encuentra en su pintura es el del universo, donde las constelaciones, las estrellas y las lunas se hacen presentes en una misteriosa composición de trazos y colores. Aunque su obra inspirada en este tema es vasta, es imposible no traer a la memoria pinturas como “Moon Dog” (1973), donde a la sombra del azul figura un perro que se muestra atento al astro que lo observa. Además de la profundidad de los colores, la textura será otro elemento que se encontrará en su pincelada.

Asimismo, en “La gran galaxia” (1978) el artista continúa con la profundidad de los azules que terminan en el horizonte, pues la mirada de quien se encuentra parado a lo lejos se dirige al infinito entre las estrellas que se unen y el misterio del mar.

Su único vitral

La representación de “El universo” (1982), el único vitral realizado por el artista, cuenta con colores fríos, trazos que permiten vislumbrar el caos y el azar, así como el misterio de lo que compone la bóveda donde los astros solo se perciben en sus contornos, movimientos que se realizan de arriba a bajo. La construcción de este vitral invita a la conciencia a seguir buscando en lo desconocido, pues el misterio se entiende mejor si se miran los celestes del artista plástico.

La representación de los astros también se localiza en “Luna y Sol” (1990), obra que da rostro a estos dos cuerpos celestes. Ojos, nariz y boca que se miran desde la distancia, espacio que los limita, los separa y los complementa en un entorno en donde el color delata el tiempo.

Una de las obras más conocidas del artista Rufino Tamayo es “Dualidad” (1964), mural en el que son representados dos dioses náhuatl: Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. El enfrentamiento de estos dioses no solo es a través de las figuras de la serpiente y el jaguar, también con la Luna y el Sol. Los colores fuertes delimitan el espacio donde los dioses combaten y en la frontera donde éstos chocan la oscuridad y la luz se encuentran. Rufino Tamayo ha sido uno de los grandes referentes del arte en México, diversos críticos han establecido que su amplio legado tiene un estilo inclasificable. Sin duda, su obra muestra un mundo único, donde anida una mirada mexicana e internacional.— Por Gabriela Trinidad Baños para “El Macay en la cultura”

Fuentes: Diario de Yucatán