“Mundo interior inagotable” de Alejandro Farías
Hace casi 30 años que Alejandro Farías vive y produce en Mérida. Y desde sus primeras apariciones en actividades artísticas (recuerdo particularmente una exposición en la galería del Peón Contreras que está a un costado del Callejón del Congreso) ha llamado la atención su vínculo particular con una estética muy propia para abordar y recrear seres y personajes particularmente de un imaginativo mundo animal.
En el Macay, además de participar en muestras colectivas, ha presentado tres exposiciones en los años 1998, 2004 y 2007 y el año pasado fue invitado por el Museo Fernando García Ponce al proyecto binacional “Kotah” compartido con el Centro Cultural Guadalupe de San Antonio, Texas, en el que fungió como uno de los tres tutores de los jóvenes artistas participantes.
En 1998 presentó “Biometamorfosis”, una colección en técnica mixta cuyos seres representados parecían relacionados con los fósiles y animales mitológicos, aunque inundados de su fantasía innovadora. En 2004 la exposición se llamó “Muta2” y nuevamente un despliegue de seres extraños e inquietantes, centauros insólitos, personajes con ojos en lugar de cabeza, monstruos ocurrentes, deformes, de sueño o pesadilla. “¿Quiénes mutan?”, nos preguntamos al verlos. “… de repente nosotros también… y algún día seremos monstruos”.
Y en 2007 la nueva colección se llamó “Virus”, serie aún más imaginativa que las otras dos, si cabe, que desplegaba un zoológico sorprendente y alucinante, terrorífico incluso. Esa vez el artista hizo una clasificación lúdica de sus “infectados” engendros de varias cabezas y patas, con garras y pieles que sorprenden y repugnan, espinosos, con carcasas y carapachos, eventualmente antropomorfos aunque siempre sorprendentes.
Precisamente han sido los “virus” los que han motivado esta columna, recientemente compartidos poco a poco (para que el “contagio” sea paulatino) por el artista en las redes sociales, a fin de recordar las imágenes inesperadas que produce su imaginación.
Estas series, amén de sus otros proyectos, refuerzan la imagen de un artista que tanto domina una técnica de ejecución impecable —que transita del dibujo a la ilustración, al cómic y otros lenguajes— como alimenta un mundo interior sorprendentemente inagotable.
Recordemos que Farías abrió en 1987 un despacho de diseño en Mérida, empresa en la cual ha desarrollado diversos proyectos bidimensionales o escultóricos para empresas y gobierno. Entre sus proyectos escultóricos recientes se incluyen por ejemplo la Estela de más de 30 metros de alto del parque Animaya y la pieza de tres metros de altura del “Golfista sin cuerpo” para la Casa Club del Country Club de Yucatán.
Hasta la fecha sigue vigente en las convocatorias del medio, en las que ha obtenido buenos resultados: entre los más recientes el año pasado fue nombrado ganador de la VI Bienal de Artes Visuales en el rubro “Escultura” por su pieza “Portal 2014” realizada en cartón. Ese “Portal” luce como una puerta de tamaño natural en la cual todo su caudal de referentes orgánicos desaparece por completo para ceder el paso a la máquina, los engranes, las ruedas, las muescas… un laberinto sorprendente de cartón que parecería una puerta de altísima seguridad de compleja maquinaria de relojería con miles de rondanas dentadas a las que sólo le falta girar.
Igualmente, este año su proyecto “Serpientes” fue uno de los seleccionados para ser beneficiado con el Fondo Municipal para las Artes Visuales 2015, que, si bien ha sido elegido por la actual administración, se asignará hasta la próxima.
Farías, quien también ha sido y es profesor independiente y en instituciones educativas privadas y públicas, e igualmente jurado de concursos y convocatorias, continúa en plena actividad desde su taller, escenario cotidiano de la gestación de entes inesperados y sorprendentes creaciones.— María Teresa Mézquita Méndez (El Macay en la cultura)

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