La tecnología se instala en el museo

La tecnología se instala en el museo

Infinitas formas de disfrutar del arte desde la Red

Como en todo ámbito humano, un día, hace décadas, una computadora entró al museo. Al principio fue una herramienta básicamente administrativa, recurso de catalogación y sistematización de contenidos y de otros controles ordinarios internos. Sin embargo, muy pronto su naturaleza versátil la acercó a todo tipo de usuario y comenzó a ser un recurso interactivo de consulta presencial en los museos, galerías y otros espacios de exposición: los visitantes se acercaban a esas pantallas que acompañaban las muestras y al principio a través de botones y luego —sorprendidos quizá— con las bondades de las pantallas táctiles podían saber más de lo que se encontraba expuesto ante sus ojos.

Al mismo tiempo, la tecnología cobraba su propia vida extramuros. Muy pronto, desde que comenzó a generalizarse internet, los museos, galerías y artistas independientes se incorporaron a la supercarretera de la información y crearon páginas y sitios que permitían a los entonces escasos e incipientes usuarios acceder a las fotografías e información general.

Fue en esa época también, antes de que comenzara la regulación jurídica de sitios de dominio, cuando algunos madrugadores se apropiaron de nombres que eran y son aún muy requeridos en internet… en 1997 por ejemplo, un fotógrafo independiente registró el nombre “louvre” y divulgaba sus propias imágenes.

Más adelante ese recurso se extendió extramuros y como en otros ámbitos y servicios (espectáculos, trámites, viajes…) hoy el interesado en museos, galerías y recintos culturales tiene acceso a diferentes servicios y facilidades: comprar en línea las entradas, incluso con fecha y hora específicas; contratar servicios especiales para grupos o para personas con necesidades particulares, obtener información de colecciones, exposiciones, actividades educativas y recreativas y eventualmente descargar audioguías o documentos complementarios. Con respecto a las entradas, el boleto se puede imprimir desde casa o incluso llevarlo en una aplicación en el celular de manera que el lector electrónico del recinto reconozca la pantalla del celular.

Para el investigador, la virtualización de museos y espacios de información y otros recursos es un valioso material de consulta. Hay catálogos en Red, redes de bibliotecas de museos, repositorios informativos virtuales y archivos valiosos de materiales antiguos o frágiles que incluso por sus condiciones están restringidas al acceso presencial.

En un artículo de Silvia Zarid Álvarez Lozano, de la UAM-Xochimilco, titulado “Tecnologías digitales para los museos”, se lee que si bien hay quien considera que la digitalización sólo ofrece “un valor ilusorio que nada tiene que ver con los objetos de la colección”, sería oportuno “plantearse que las tecnologías pueden ser usadas para múltiples fines y desarrollarse a través de diferentes medios con el fin de comunicar de manera multimodal la información que no se puede lograr con otros medios, que ésta puede ser complemento de ideas que a veces son abstractas. Y esto resulta relevante, ya que el museo aspira a la creatividad y la interactividad”.

Se habla también de museos virtuales, que para serlo deben poder recorrerse por completo en línea y acceder a sus salas y secciones y no sólo tener una información superficial de los mismos. Y por supuesto que no toda página web es necesariamente un museo virtual. Para serlo, por ejemplo, un museo no necesariamente debe existir de manera física, sino que puede ser únicamente para su consulta, recorrido y disfrute en línea.

Diversidad

El terreno es extenso y diverso y abarca muchos ámbitos. De todos, es particularmente útil para el usuario la existencia de aplicaciones vinculadas con los recintos de exposición y la descarga de audioguías y guías complementarias.

Antes de los teléfonos inteligentes ya había audioguías descargables en línea, planos y catálogos interactivos y otros recursos. Sólo por mencionar un ejemplo La Casa Encendida, de Madrid, un espacio para exposición y reflexión de obra emergente y arte contemporáneo, ya brindaba hace un lustro audios que de manera gratuita el usuario podía descargar y llevar en ese entonces en un iPod o un reproductor mp3. Hoy día la página y el espacio están mucho más enriquecidos. La dirección es http://www.lacasaencendida.es/

Hoy día se pueden adquirir, unas veces de manera gratuita y otras con un precio mucho menor del que se pagaría en el museo, las audioguías que en los vestíbulos se suelen rentar para los visitantes tradicionales (en la reciente exposición de Velázquez en el Gran Palais de París, por ejemplo, la aplicación online costaba en mayo pasado menos de tres dólares). También se tiene acceso, como en el Museo Reina Sofía de Madrid, a rutas alternativas o a recursos adicionales, como en el Museo Nacional del Romanticismo, igualmente en Madrid, donde la lectura de etiquetas o “tags” a lo largo del museo ofrecen al visitante la descarga de textos, imágenes, folletos e, incluso, “música de la época para acompañar su recorrido”.

Algunos museos como el de Arte Abstracto de Cuenca, España, han habilitado un servicio completo y práctico: por un lado, el acceso a Wi-Fi en todo el recinto (no todos brindan esa facilidad) y además la descarga inmediata a través de un código QR, de una aplicación que permite la visita exacta por las salas y pasillos y en la cual el lector identifica la zona, y lee o bien escucha una a una, con sus audífonos portátiles, la información de todas las piezas representativas reunidas en este importante espacio de exposición de arte abstracto español.

En Mérida, el Macay, además de contar con una página web desde los inicios de estas tecnologías en la región, cada mes invita al TourxTwitter, idea ya puesta en marcha por otros museos y que brinda una visita guiada a través de tuits, a la que se convoca en fecha y horario específicos.

Además el recorrido ofrece información adicional, como infografías, detalles de piezas y datos de los autores. Si el visitante no pudo seguir el tour en vivo, lo puede hacer posteriormente a través de la lectura con su dispositivo móvil de un código QR colocado en la sala de la exposición que se recorrió o en el storify.— María Teresa Mézquita Méndez para “El Macay en la cultura”

 

Fuentes: Diario de Yucatán